jueves, 22 de julio de 2010

Son válidas segundas partes

Siempre he odiado los finales.

Recuerdo cuando de niña, antes de acostarme, mi madre se inventaba cuentos que acababan milagrosamente bien. Yo siempre era la heroina, la que mataba al malo, salvaba el mundo y volvía a casa feliz.

Yo no me conformaba, quería una segunda parte. Una segunda oportunidad para el malo de la película. Alomejor nos hacíamos amigos, o nos aliabamos, luchabamos contra el mundo y nos fusionabamos para descubrir una nueva manera de entendimiento.

Sí, realmente debo estar un poco loca... (¿Sabes? Yo sigo imaginando nuestro final).

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