domingo, 31 de enero de 2010

31. Medianoche

Encendió su último cigarrillo. Asomo su cabeza por la ventana. La brisa de la medianoche la abrazaba. El resplandor de la noche le iluminó. Se preguntó "luna bonita, ¿porque eres tan hermosa? ¿quien te pinta la sonrisa cada noche? ¿quien te besa y te saca a bailar? quien te...". Suena el teléfono. No era él. Apaga su cigarro y repasa su historial, su cabecera, sus mensajes y hasta su puto móvil. Lo repasa una y otra vez. NADA. Enciende otra vez su ya carcomido cigarrillo. Alza la cabeza y con aire de resignación susurra "¿porque, luna? Dime: ¿que perdía encendiendo mi ignorancia y olvidando del sentir que ya no recordaba. Dime luna como haces para no pensar... Giras a mi alrededor y te miro y me sonríes, ¿que misterio escondes en tu mirada, luna?¿quien te hizo brillar?, y si eres tan libre ¿porque me miras?, ¿porque me sigues sin seguirme? ¿porque me llamas y él no? ¿que razón te obliga a seguirme?... Eres mi satélite y yo tu luz. ¿Pero que digo? si el amor se enciende cuando tu luz se apaga. Dime luna, que te hace vestir de ese blanquinoso y misterioso color cobre que enloquece al ser mas cuerdo."
La brisa movía sus mechones oscuros y sus ojos penetrantes seguían clavados en esa luna llena. "Si me llamara, sí, si me llamara" y sonaba una vieja y triste melodía, se entrecorta y se apaga. Presta atención al silencio y aún con sus pupilas fijas en el horizonte oía el sonido extraño del papel de su cigarro consumiendose y ella con él. "¿Era tan difícil seguir...?". Y se consumió, se consumió por dentro. Se le consumió el amor, la esperanza, el valor. Se le consumieron los sueños. Se le consumió la risa para inventarse una nueva y se le rasgó el calendario con el polvo de un recuerdo. Se le apagaron las miradas para creer de nuevo en su poder y se apagó su cigarro y pensó "si me llamara... si me llamara...". Y no llamó.

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