viernes, 27 de noviembre de 2009

13. Todo llega, todo pasa...

La única experiencia que recordaremos será una gran experiencia y que mejor, trágica y cualificada como la peor o mejor según el final: el primer amor. Ese que hace que tus días pasen lentamente, que te hacen ver la vida mirando más allá del poder, del sentir, del vivir. Más allá de las preocupaciones y del amorío fugaz en una noche pasional. Ese amor que te llena el alma de tranquilidad, felicidad, alegría. Esa amargura cálida. Ese placer tan tierno. El primer amor… Puedes ver de un atardecer florecer un sueño y contagiarte de todas las tonalidades, aromas y pasiones del mundo entero. Empiezas a comprender que es eso de querer a morir o enamorarse o contagiarse de esa terrible alergia que sube y baja por momentos. Comienzas a creer en las palabras, en los gestos, en la dulzura, el amor, el afecto. El corazón te guía y sus pasos aceleran según el significado de una mirada. Pero, ¿y quien dijo que en el amor todo fuera bonito? La verdad, hay veces que me da por recordar el pasado y es trágico pero a la vez sincero, feliz y satisfactorio. Tanto que volvería a caer mil veces más. Girando términos: “todo pasa, todo llega”.

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