domingo, 10 de octubre de 2010

Últimas tardes con Teresa

-Oye, de lo nuestro hablaremos con calma...


-No hay nada que hablar.

El volvió a frotarse la rodilla. Con una voz inesperada autoritaria dijo que acaba de darse un golpe bestial con el borde de la bañera y que se marcharía dentro de un rato, en cuanto dejara de dolerle. Ahora ella le miraba por vez primera. "Puede que incuso se haya duchado, el idiota...".



me confesó la luna

que nunca tuvo amores,

que siempre estuvo sola

soñando frente al mar.

que dijo que la noche

guardaba entre sus sombras

el eco de otros besos



Retiró la mirada de él. Deseaba que se marchara de una vez. Es tarde, dijo. La motocicleta hacía rato que había dejado de orise en la lejanía. ¡Simples, felices, vulgares novios de vulgares de criadas, el mundo es vuestro! Si ahora se acercara y me abrazara con fuerza -pensó ella- pero con mucha fuerza, quizá aún no se habría perdido todo...

Los dos estaban inmóviles, guardando una distancia de tres metros. Él no se atrevia a dar un paso. Encendió un pitillo, bramando casi: "¿Quieres uno? Son muy buenos (lamentable: sabes que son horribles), son rusos auténticos (peor aún: mal momento para evocar su proverbial solidaridad), un amigo me trajo unas cajetillas de... (dejaló ya, anda, callaté)" y empezó a fumarlo nerviosamente y como a escondidas, dando manotazos al humo que se quedaba flotando denso y pesado bajo la única luz encedida de la terraza, sobre su cabeza.

-Es tarde -dijo ella-, será mejor que te vayas.

Minutos despues, al fin sola, oía el Seat 600 de él poniéndose en marcha. Entonces, repentinamente, se cubrió la cara con las manos para ahogar una oleada de no sabía qué que le subía por el pecho y la quemaba: acababa de darse cuenta, horrorizadam que en realidad había estado esperando que él se quedra y lo probara otra vez.

¡Vete, vete, estúpido puerco!, gritó mentalmente, y entró corriendo en el dormitorio arrojándose sobre la cama.

No podía dormir. Ponerse ahora a analizar lo que había pasado, admitir su parte de culpa en lo ocurrido, no le resultaba tarea fácil. Optó por bucar una explicación lo mas objetiva posible y que al mismo tiempo dejara a salvo ciertas convicciones ideologicas que estaban muy por encima de ella


Sacado del libro Ultimas tardes con Teresa

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